Estados Unidos se granjeó este sábado una lluvia de críticas en Oriente Medio tras atacar la víspera objetivos proiraníes en Irak y Siria en represalia por la muerte de tres de sus soldados en Jordania.
Al menos 29 combatientes proiraníes murieron en el este de Siria, incluidos nueve sirios, seis iraquíes y seis libaneses del movimiento chiita Hezbolá, indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Decenas de familias huyeron de sus hogares en las ciudades sirias de Deir Ezzor y Al Mayadin, añadió esa oenegé basa en Reino Unido.
En Irak, el gobierno reportó 16 muertos, entre ellos civiles.
Estados Unidos indicó que las operaciones estaban dirigidas contra fuerzas de élite y milicias proiraníes a las que atribuyó el ataque con dron que el 28 de enero mató a tres militares estadounidenses en una base en Jordania, donde estaban desplegados en el marco de la coalición internacional que combate a la organización Estado Islámico.
Los ataques estadounidenses fueron condenados por los países concernidos, así como por Rusia, que pidió la convocatoria «urgente» de una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para discutir de «la amenaza a la paz y la seguridad creada por los bombardeos» en Siria e Irak».