A no pocas personas resultó extraña la advertencia que hiciera esta semana la Oficina de Asuntos Consulares del Departamento de Estado estadounidense para que sus ciudadanos eviten visitar República Dominicana debido al auge del Covid-19 y de la delincuencia.
El extrañamiento no se debe al hecho de que se piense que Estados Unidos es primera vez que así procede. No, es una actitud típica de ciertos estamentos de poder que muchas veces dan a entender que actúan a la libre. Para advertir a sus ciudadanos, la susodicha oficina apela a dos temas en los que, como ocurre muchas veces, están desactualizados.
Aquellas dos preocupaciones que sirvieron de pretexto a esa oficina para, como se dice en el lenguaje criollo quererle echar una pasta de jabón al sancocho del turismo dominicano, fueron refutadas con la gallardía que ameritaba por el presidente de la Cámara Americana de Comercio, Roberto Herrera, calificándolas de erráticas.
Me parecen sospechosas, pero no voy a especular. En un documento publicado el lunes pasado, la Oficina para Asuntos Consulares habla del incremento de la delincuencia en el país, especialmente en Santo Domingo y sobre la alta incidencia del coronavirus.
Veamos los hechos y de no ser ciertos, ¿a qué se atribuye ese comunicado? La delincuencia y el auge de la criminalidad en República Dominicana son dos variables cuyo principal caldo de cultivo es el tráfico y consumo de drogas en el territorio nacional. Se sabe que en las últimas décadas el país es usado no solo como puente de los carteles, sino que en ese gran negocio del crimen organizado, se paga un peaje en especie que se queda para alimentar el microtráfico.
Está demostrado que las actividades delictivas y los homicidios que se registran en el país, buena parte de ellos están vinculados al tráfico y consumo de drogas.
El Tráfico de Drogas
Si el país quiere revertir el incremento de la delincuencia y la criminalidad, necesariamente hay que atacar los puntos de drogas que están diseminados en todo el territorio, sin importar que la zona sea urbana o rural.
El consumo de drogas y su distribución por las redes barriales generan robos, asaltos, ratería, sustracción de vehículos, secuestros, homicidios, sicariato, heridas de arma blanca y de fuego, tráfico de armas, lavado de activos y muchas otras actividades conexas ilícitas.
Estudiando las estadísticas del último año relativas a las incautaciones, hay mayor eficiencia en la detección e incautación de drogas en las costas dominicanas, como resultado del trabajo que realiza la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), con la cooperación de otros organismos del Estado y la DEA, a los fines de sacar de las calles esa enorme cantidad de sustancias controladas, que se ha constituido en una amenaza para la convivencia pacífica.
Si vemos las estadísticas que reposan en la DNCD, estas reflejan que desde el 23 de junio de 2013 al 16 de agosto de 2016, la cantidad de kilos de drogas incautados alcanzó un máximo de 26 mil 415.77 kilogramos, en la gestión del mayor general Julio C. Souffront Velázquez.
La segunda más alta desde 2016 hasta la fecha. En la que le sustituyó el vicealmirante Edmundo N. Félix Pimentel alcanzó la cantidad de 23,962.64 kilogramos; la gestión del vicealmirante Félix A. Comprés de un año, solo capturó 13 mil 941.07 kilos de cocaína. En apenas cinco meses en la presidencia de la DNCD, el mayor general José E. Matos de la Cruz se incautaron 1,335.10 kilos.
El vicealmirante José Cabrera Arias, actual presidente de la DNCD, junto a un equipo eficiente con el que cuenta, ha establecido récord de incautación: 35,811.92 kilogramos de cocaína, lo nunca visto en un año desde el 26 de agosto de 2020 al 25 de enero, sumado 8 mil 24 kilos en colaboración.
Si hay más intercepciones, disminuye la actividad delictiva. Hay una correspondencia entre el incremento del tráfico y consumo de drogas con la incidencia del crimen organizado que estos constituyen.
Delincuencia, criminalidad y ómicron
Para hablar con propiedad acerca de las consecuencias que generan las operaciones del narcotráfico en un territorio, solo hay que echar mano de las estadísticas sobre hurtos, ratería, sicariato, asaltos, secuestro, homicidios, heridos por armas de fuego o blanca y robo de motores y vehículos.
Las estadísticas de las que dispongo de encuesta Enhogar, de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), así como los informes de la unidad de estadísticas de la Procuraduría General de la República, establecen que en el año 2021 disminuyó la delincuencia y la criminalidad.
En el cuadro que acompaña este trabajo se abarcan los resultados desde 2012 hasta 2021. Las actividades delincuenciales y la criminalidad en el año 2012 alcanzaron la cantidad de 11 mil 948; en el 2013 subió a 12,473; el año 2014 volvió a bajar a 9,732; el año 2015 volvió a subir a 11,988; en el 2016 se disparó a 18,505; en el 2017 bajó a 17,342; en el año 2018 se mantuvo en un rango parecido de 17,129; el año 2019 la cifra disminuyó 14,777; en el año 2020, que el mundo estaba en pandemia, se redujo a 12,662. Este año que acaba de concluir, 2021, esas variantes se redujeron a 8,257, la menor desde el año 2012.
Entre otras razones se debe al impacto que tiene la reducción del bombardeo de drogas sobre el territorio. En relación a la presencia de la variante ómicron, aspecto que tomaba como argumento la Oficina Consular para sugerir a su ciudadanos no venir al país, la positividad se incrementó como ocurrió en todas partes del mundo, incluyendo Estados Unidos.
Sin embargo, en República Dominicana la letalidad en sentido general es de las más bajas del continente: 0,78 por ciento.
Al 27 de enero, en el país se registraron 550,020 contagios en los últimos 14 días, una cifra que se corresponde con el nivel alcanzado por esa variante en todo el planeta.
Los fallecidos desde que empezó la pandemia son 4 mil 295, lo que representa 30,03 personas muertas por Covid-19 por cada 100 mil habitantes. Esa es la realidad, pero como publicó el propio diario norteamericano The New York Times, si el país está siendo preferido por los turistas para venir porque la estrategia de no exigir pruebas ante la baja letalidad ha sido correcta, entonces la pasta de jabón se entiende.