Abinader une a los expresidentes ante la amenaza haitiana
Al publicarse esta columna se habría celebrado la cumbre convocada por el presidente de la República, Luis Abinader, en la sede del Ministerio de Defensa con tres expresidentes, a los fines de ver el tema haitiano y explorar ideas afines para un tema que se ha constituido en una maraña compleja, una amenaza real para el Estado dominicano.
Sin que la opinión pública aún sepa de los pormenores de ese encuentro histórico, el solo encuentro entre los cuatro políticos que han ejercido la Presidencia de la República desde el año 1996 hasta la fecha, es un logro relevante para los intereses más altos de la República.
La sola aceptación a la convocatoria de presidente Abinader por parte de Mejía, Fernández y Medina es solo un botón de muestra de la madurez que los políticos dominicanos vienen dando en los últimos 40 años, un legado dejado al país por los fenecidos líderes Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez y Juan Bosch.
Los temas de la agenda nacional comunes para todos, como la complejidad en la que ha derivado el problema de las migraciones de haitianos indocumentados hacia nuestro territorio, cobra una importancia que no tenía hace 40 años. Es un problema de Estado y así lo entiende el presidente actual.
Haití no es un Estado, en ese territorio no hay Ejército,ni instituciones y la Policía haitiana está desbordada por los temas de inseguridad, generados por las bandas haitianas, que ya controlan buena parte del territorio y las proximidades del aeropuerto Tousaint Louverture. Hemos visto en las últimas semanas cómo los propios policías kenianos muestran su impotencia por el riesgo que representa salir a patrullar las calles haitianas.
El mundo sabe que Haití es un Estado fallido, lo que no se discute, en el que las bandas criminales son las que mandan, que desafían los vestigios de autoridad, mientras la comunidad internacional se observa atrapada, sin un plan claro que lleve certidumbre a los de adentros y a quienes, como nosotros, observamos el panorama desde las gradas, esperando que no se nos pegue un pelotazo.
La dimensión y complejidad de la crisis en Haití requiere de una operación de corazón abierto, de correcciones dolorosas pero efectivas, encaminadas a desarmar y encerrar a los delincuentes y pandilleros, restaurar el orden, a llevar a los tribunales a sus auspiciadores, sean políticos o empresarios, de tal forma que se construyan las bases para organizar elecciones. Porque no hay control del territorio.
En ese contexto es que el presidente Abinader convoca a los expresidentes, porque el tema haitiano, como otros de la agenda nacional, no puede sucumbir en medio de la algazara de la politiquería cotidiana. Podemos contar desde el año 1978, las veces en que nuestros líderes asumieron con madurez los problemas de nación. Haití amenaza nuestro territorio, que es atentar contra el presente y el futuro de nuestros hijos.
República Dominicana ocupa un lugar de respeto entre las naciones del mundo. Eso se lo debemos a los líderes idos ya, pero los actuales tienen la responsabilidad de cuidarlo, en el gobierno, o desde la oposición, de hacer sus aportes a los temas de la agenda nacional. El presidente Abinader asumió el tema haitiano con la responsabilidad que le caracteriza, por lo tanto ha querido compartir con los expresidentes su visión y preocupaciones.
Su actitud es loable, encarado con la seriedad y la relevancia en el mismo grado del problema que representa Haití para nosotros, que somos sus vecinos más cercanos.