Dónde está el tesoro de Atahualpa, el último emperador inca

Desde hace varios siglos, diferentes expediciones se han aventurado a la búsqueda del oro y la plata de Atahualpa, el último gobernante del Imperio Inca; sin embargo, hasta ahora nadie ha encontrado algo.

¿De verdad hay un tesoro escondido?, ¿dónde se cree que está? y ¿cuál es la historia acerca de este misterio aún no resuelto?

Atahualpa fue el último inca del Tahuantinsuyo o Imperio Incaico, «entendiendo inca como el término oficial del monarca, del jefe, del gobernador», dice, en entrevista con RT en Español, el historiador ecuatoriano Héctor López Molina, que agrega que el título era «el equivalente de emperador».

De acuerdo con López, Atahualpa llegó al poder, en el siglo XVI, después de una guerra civil que hubo dentro del Tahuantinsuyo contra su hermano Huáscar, tras la muerte del inca Huayna Cápac, el padre de ambos. Aunque el heredero real era Ninan Cuyuchi, este, al igual que su padre, había fallecido, producto «de estas epidemias que trajeron justamente los españoles», por lo que se generó esa disputa por la sucesión.

Para entonces, el Tahuantinsuyo «había alcanzado su máxima expansión territorial«, indica el historiador, al explicar que avanzaba desde lo que actualmente es el departamento de Nariño, en Colombia, hasta la zona norte de Chile; atravesando lo que hoy es Ecuador, Perú y Bolivia, e incluso parte de Argentina.

La caída y el oro

Pero ocurrió «el encuentro del Imperio de los Incas con los españoles», menciona López. En noviembre de 1532, según recogen algunos relatos —aunque otros apuntan a que fue en 1533—, Atahualpa fue emboscado y apresado por el ejército españolliderado por el conquistador Francisco Pizarro en la ciudad de Cajamarca.

Atahualpa y su gente «se dan cuenta que lo que quieren los españoles son precisamente tesoros», pero al estilo de los europeos, consistentes en oro y plata; puesto que para los andinos ese concepto era diferente y había un material mucho más importante, que era la «concha spondylus», un molusco considerado sagrado por las culturas incas, moneda de intercambio en aquella época, y que hoy se encuentra en peligro de extinción.

«Ellos se dan cuenta de esta percepción de los europeos alrededor del oro y la plata, y es entonces cuando surge un trato entre Atahualpa y Francisco Pizarro», comenta López. Este consistió en que el emperador le prometió «dos cuartos (habitaciones) llenos de oro y plata» que llegarían desde todos los confines del imperio.