Los muelles de Haina y Caucedo son sólo el reflejo del continuo forcejeo entre autoridades antinarcóticas de la región y la innovación constante de los grandes carteles suramericanos de la droga.
Una tarde cualquiera esos puertos pueden parecer sólo los puntos neurálgicos del comercio marítimo en la República Dominicana. A primera vista, todo parece transcurrir con normalidad: grúas enormes levantan contenedores, barcos atracan y zarpan, y el bullicio de la actividad portuaria es constante.
Sin embargo, detrás de esta fachada cotidiana, se libra una batalla silenciosa contra el narcotráfico, una lucha en la que República Dominicana se ha convertido en un alfil clave.
Una de las explicaciones más poderosas es la misma que se tiene desde la época de la colonia: la ubicación estratégica de la isla La Hispaniola como punto intermedio entre Suramérica y Norteamérica, así como también un punto intermedio entre Europa y esta parte del mundo.
A eso se le suma que los dos muelles ubicado en la costa caribeña de República Dominicana son de los de mayor actividad comercial de la región.
Estados Unidos ha estado dando acceso privilegiado a autoridades antinarcóticas de República Dominicana a sus más modernos centros de monitoreo de la actividad criminal en la región del Caribe que tiene sede en la Florida, lo que ha facilitado la captura de grandes cargamentos de drogas producida en los países andinos.