Slaviansk (Ucrania), 23 feb (EFE).- La ciudad de Slaviansk, origen hace ocho años de la sublevación armada prorrusa en el Donbás, no quiere saber nada de una guerra con el país vecino, pero el Ejército ucraniano se prepara a marchas forzadas para una invasión rusa.
«Veo a la gente con mucho miedo. No quieren una guerra y no ven con buenos ojos que vuelvan de nuevo los milicianos» prorrusos, comentó hoy a Efe Yuri Pidlisnyi, teniente alcalde de Slaviansk.
La ciudad se encuentra a unos 70 kilómetros del frente, donde los intercambios de golpes con armamento pesado se suceden desde hace una semana, lo que sumado a la presencia militar rusa en la frontera ha llevado a Kiev a decidir la implantación del estado de excepción en todo el país, salvo en Donetsk y Lugansk, que ya se encuentran bajo una administración politico-militar.
EL DONBÁS DICE «NIET» A LA GUERRA
Con un acordeón en el regazo, una sonriente «babushka» de 93 años, que ha perdido casi todas sus propiedades en un incendio, toca en plena calle el himno ucraniano a cambio de unos cuantos grivnas.
Slaviansk es una ciudad donde hay banderas ucranianas por doquier, pero el idioma que más se escucha es el ruso y ese es el idioma de muchos carteles publicitarios en tiendas y comercios.
Eso sí, sus habitantes se niegan a que ucranianos y rusos combatan por un puñado de tierra sólo porque al presidente ruso, Vladímir Putin, se le haya metido en la cabeza castigar a Kiev por sus aspiraciones euroatlánticas.
«Yo nací en Slaviansk. Mi marido sirvió toda la vida en el Ejército soviético. ¿Y ahora Putin y los rusos me van a bombardear? ¡Vergüenza debería darles!», comentó a Efe Olga, de 70 años.
En un banco frente al Ayuntamiento, María no puede contener su rabia. «Putin es un viejo senil ¿Qué le hemos hecho? ¡Que nos deje en paz!».
«Ya vivimos una guerra en 2014. No queremos otra. No quiero que mi nieta vea la muerte y destrucción que yo vi. En Slaviansk estamos felices de vivir en Ucrania. Asunto cerrado», añade Sveta.
Mientras, Konstantin, taxista de profesión que vivió 20 años en Moscú, admite que uno se acostumbra a todo, incluso a la guerra, pero destaca que hace muchos años que no hay ataques en Slaviansk.
«Sólo los locos quieren combatir. La gente normal desea la paz», resalta.
ENTRE DOS AGUAS, RUSIA Y UCRANIA
Olga admite que el Donbás está «dividido», ya que en el territorio de las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk sus habitantes «sólo ven la televisión rusa».
«Allí no hay jóvenes. Todos han emigrado. Sólo quedan los viejos que quieren morir en territorio ruso. Es su último deseo», señala.
En una parada de autobús Lena reconoce que muchos jóvenes como ella se han ido a Europa o a Rusia en los últimos ocho años, pero la veinteañera ha decidido quedarse.
«Slaviansk está partida en dos, al menos la juventud. Unos están a favor de Putin y otros apoyan a (el presidente ucraniano) Volodímir Zelenski», opinó.
Pero no todo es blanco y negro. Los padres de Alisa viven en territorio separatista y ella, en la zona ucraniana, aunque tiene salvoconducto para cruzar la línea de frente.
«Ellos no quieren abandonar su casa en Lugansk. Es todo lo que tienen. Al mismo tiempo, no quieren el pasaporte ruso. ¿Para qué lo necesitan?», explica.
Asegura que los dirigentes rebeldes despiden a aquellos que no quieren solicitar la ciudadanía rusa y obligan a los jóvenes a alistarse en las milicias para combatir a sus «compatriotas» ucranianos.
«Le puedo asegurar que allí no se vive muy bien», insiste.
PREPARATIVOS PARA UNA INVASIÓN
La Guardia Nacional ucraniana vigila las calles de la ciudad. Uno de los patrulleros admite que «todo está tranquilo», pero añade: «Por ahora».
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha descartado una guerra a gran escala con Rusia, pero después de anunciar anoche la movilización de los reservistas, hoy el Consejo de Seguridad Nacional y Defensa (CSND) decidió instaurar el estado de excepción en todo el país.
Ello ante el reconocimiento ruso de las repúblicas separatistas y el anuncio del posible envío de soldados rusos a Donetsk y Lugansk en una «misión de pacificación».
Además del cuarto de millón de hombres que forman el Ejército, hay que sumar los 36.000 reservistas, todos con experiencia en combate, y los miembros de las unidades de defensa territorial, que Zelenski llamó a incrementar hasta los dos millones.
«Reclutaremos a reservistas de entre 18 y 60 años. El máximo plazo de servicio será de un año», explicó Oleksiy Danílov, jefe del CSND
El asesor del ministerio del Interior, Antón Gueraschenko, aseguró hoy que, en su opinión, «hay un 95 % de posibilidades» de que Rusia invada Ucrania.
Por ello, dirigió en una carta abierta a los rusos en la que les llamó a oponerse públicamente a la guerra: «La invasión de Ucrania será el fin de Rusia como la conocéis ahora. ¡Recordad! ¡Ucrania no es Rusia!¡Pero Ucrania no es enemigo de Rusia!».
«Todos necesitamos paz. ¡Parad a Putin!», agregó.
Mientras, en Slaviansk cada vez «hay menos fe en la diplomacia»
«Nosotros somos las víctimas de la agresión. Nos arrebatan parte de nuestro territorio y no se puede hace nada. No puedo creérmelo. La ONU no puede ser sólo un nombre», asegura Pidlisniy.
Ignacio Ortega