El jugador serbio ha tocado una fibra sensible en una ciudad que ha soportado seis cuarentenas desde marzo del 2020
Todavía faltan algunos días para el comienzo del Australian Open, que se iniciará el próximo 17 de enero, pero el torneo ya está en el ojo de la tormenta.
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El polémico desembarco de Novak Djokovic en Melbourne, a donde llegó con una exención médica y otros documentos que presentan irregularidades, ha generado un gran descontento entre los ciudadanos de un país que aplicó normas muy severas para evitar la propagación del COVID-19.
Una semana después de su llegada y tras un proceso judicial que le resultó favorable, Djokovic finalmente se entrena en las canchas principales del primer Grand Slam del año.
En Australia se eliminaron gran parte de las restricciones fronterizas y de distanciamiento social tras un exitoso proceso de vacunación.
Pero mientras Nole intenta llegar en óptimas condiciones al torneo, hay una furia generalizada entre esos habitantes que se han apegado a las directivas del Gobierno para evitar el avance del coronavirus.
Si bien la campaña tardó en lanzarse, ahora tienen una de las tasas de vacunación más altas del mundo, con el 92% de las personas mayores de 16 años con esquema completo. En ese sentido, el controvertido arribo de Djokovic ha desatado la furia generalizada.
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El jugador serbio de 34 años, que desde hace tiempo se opone a la vacunación obligatoria, confirmó durante la entrevista con la Fuerza Fronteriza Australiana que no está vacunado y argumentó que su exención médica era posible porque había contraído el COVID-19 por segunda vez durante diciembre del 2021.
Los habitantes de la ciudad anfitriona del Australian Open empezaron a mirar con recelo a un Djokovic que se quedó en el país para montar una batalla legal y todavía están dolidos porque ha conseguido cruzar una frontera que durante dos años estuvo protegida por bloqueos estrictos.
Según explica Time, miles de ciudadanos australianos no pudieron regresar a casa durante la pandemia y Melbourne ha soportado seis cuarentenas por un total de 262 días desde marzo de 2020.