Un equipo de científicos europeos ha despejado el misterio que rodea la aparición y distribución geográfica de los dinosaurios a partir de un estudio de más de 500 restos de heces fosilizadas de dinosaurios, comunicó este jueves la Universidad de Uppsala (Finlandia).
«Reconstruir el misterio de quién se comía a quién en el pasado es un verdadero trabajo de detectives», comentó Martin Qvarnström, autor principal del estudio. «Poder examinar qué comían los animales y cómo interactuaban con su entorno nos ayuda a entender qué permitió a los dinosaurios tener tanto éxito», explicó.
Los paleontólogos de Uppsala, en colaboración con investigadores de Noruega, Polonia y Hungría, se centraron en estudiar las partes internas ocultas de las heces fosilizadas, conocidas como coprolitos, que fueron encontradas en una región polaca. Para el análisis se utilizaron imágenes de sincrotrón, que permitieron visualizar en detalle los coprolitos.
Al identificar restos de alimento no digerido, plantas y presas, han recreado por etapas la estructura de los ecosistemas en la época en que los dinosaurios comenzaron su exitosa historia, según el estudio publicado en la revista Nature.
El surgimiento de los dinosaurios
Los primeros dinosaurios aparecieron hace unos 230 millones de años como ‘personajes’ secundarios en un ecosistema repleto de otras especies, incluidos grandes herbívoros llamados dicinodontos (un grupo de terápsidos ‘reptiles mamiferoides’), grandes reptiles depredadores llamados rauisúquidos y fitosaurios parecidos a los cocodrilos.
Los investigadores construyeron una imagen completa de los ecosistemas Triásico y Jurásico (desde hace unos 230 a 200 millones de años) combinando la información de los coprolitos con datos climáticos e información de otros fósiles: plantas, marcas de mordeduras, vómitos, huellas y huesos.
Los resultados mostraron que la diversidad dietética y la adaptabilidad fueron rasgos de supervivencia cruciales durante los cambios ambientales del Triásico Tardío.
El contenido de las heces fosilizadas
Los coprolitos contenían restos de peces, insectos, animales mayores y plantas, algunos de ellos excepcionalmente bien conservados, incluidos pequeños escarabajos. Otros coprolitos contenían huesos masticados por depredadores que, como las hienas actuales, trituraban los huesos para obtener sales y médula.