Insuficiencia cardíaca, una patología progresiva que empeora con la obesidad

Insuficiencia cardíaca, una patología progresiva que empeora con la obesidad

Cada 9 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Insuficiencia Cardíaca, una jornada destinada a generar conciencia sobre una de las patologías cardiovasculares más prevalentes y con mayor impacto sanitario.

Ante esta realidad, especialistas subrayan que el diagnóstico suele ser tardío, cuando el deterioro ya afecta la calidad de vida, y advierten que el exceso de peso está presente en la mayoría de los casos, lo que agrava la evolución clínica y multiplica los riesgos asociados.

De acuerdo con un estudio publicado en Cardiovascular Research, más de 64 millones de personas en el mundo conviven con esta condición. Mientras que en América Latina la insuficiencia cardíaca figura entre las principales causas de hospitalización en personas mayores de 65 años.

La insuficiencia cardíaca no es una enfermedad en sí misma, sino un síndrome clínico complejo que se manifiesta cuando el corazón pierde la capacidad de bombear sangre de manera adecuada al resto del cuerpo. Esta disfunción provoca una serie de síntomas que muchas veces se subestiman o se atribuyen al envejecimiento o al estrés, aunque estas señales son evidencia de un desequilibrio profundo en el funcionamiento del sistema cardiovascular.

El avance suele ser silencioso, gradual, y muchas veces detectado de forma tardía. “Lo más importante sigue siendo escuchar al paciente, saber leer los síntomas que cuenta e interpretar los signos del examen físico antes de que sea demasiado tarde”, señaló el doctor Bruno Guarino, jefe de la sección Insuficiencia Cardíaca y Miocardiopatías del Hospital de Clínicas de la UBA.

Aunque existen herramientas diagnósticas precisas, como son ecocardiogramas y biomarcadores específicos, el seguimiento clínico y la atención especializada siguen siendo claves para contener el deterioro.

Vale destacar que el problema no se agota en la función cardíaca. De acuerdo a la Federación Argentina de Cardiología8 de cada 10 personas con insuficiencia cardíaca presentan algún grado de sobrepeso u obesidad. Una cifra que preocupa a los expertos debido a que el 50% de la población nacional tiene exceso de peso, una condición que incrementa el riesgo de más de 200 enfermedades, entre ellas hipertensión arterial, diabetes, enfermedades renales, hepáticas y cardíacas.

Una falla progresiva que exige diagnóstico temprano

Fatiga inexplicable, disnea al subir escaleras, sensación de ahogo al acostarse y tobillos hinchados son señales físicas que muchas personas atribuyen al envejecimiento, al estrés o a la falta de entrenamiento. Sin embargo, en muchos casos, detrás de esos síntomas se encuentra una insuficiencia cardíaca en curso.

¿De qué se trata? Según Guarino, “es el conjunto de signos y síntomas que se presentan cuando el corazón no es capaz de bombear suficiente sangre rica en oxígeno al resto del organismo”. Esta limitación puede instalarse de manera repentina, como después de un infarto, o evolucionar durante meses por condiciones como la hipertensión mal controlada, las valvulopatías o las miocardiopatías hereditarias.

El corazón cumple una función esencial: actúa como una bomba que impulsa la sangre a través de todo el cuerpo para asegurar el aporte de oxígeno y nutrientes a los órganos. Cuando pierde fuerza y no logra mantener ese flujo, el organismo pone en marcha una serie de mecanismos destinados a sostener la circulación, pero esa respuesta, que en un principio busca equilibrar el sistema, termina generando nuevas alteraciones.

Para entenderlo con una imagen concreta, puede pensarse en una red de distribución de agua en la que la bomba principal empieza a fallar: las zonas más alejadas reciben menos caudal, las tuberías se exigen por encima de su capacidad y las rutas secundarias intentan compensar sin éxito. En el cuerpo humano, esa sobrecarga se expresa como presión acumulada, retención de líquidos en piernas, pulmones o abdomen, y deterioro progresivo en la función de otros órganos, como los riñones.

Sin embargo, pese a esta realidad, uno de los mayores desafíos es detectar la insuficiencia cardíaca antes de que avance. La disnea, que puede presentarse de día, en reposo o como ortopnea (cuando el paciente no puede respirar acostado), es el síntoma más frecuente. En muchos casos, se acompaña de despertares nocturnos por falta de aire, los cuales son conocidos como disnea paroxística nocturna y alertan sobre una presión acumulada que el sistema ya no logra manejar.