Entre las personas afectadas por la presencia del Ejército de Ucrania en zonas residenciales de Mariúpol se encuentran algunos extranjeros.
Gabriela Gómez, una joven cubana que se había mudado a la ciudad hace unos años y aspiraba a tener una vida tranquila, relata que vivió una pesadilla cuando los soldados ucranianos utilizaron su casa como trinchera.
«Viví una pesadilla de la cual nunca imagine que podía salir. Hoy solo recuerdo el horror que pude sentir en Mariúpol», dijo Gómez, quien ahora está a salvo, tras ser evacuada a Rusia.
Esta joven llegó a Ucrania en 2019. Previamente, trabajaba en la compañía MSC de cruceros, donde conoció a su pareja, Igor Ivanovich, quien le propuso matrimonio, se casaron y se fueron a vivir a Mariúpol.
Cuando escuchó en las noticias sobre la operación militar en Ucrania, Gómez pensó que al empezar el conflicto las autoridades los protegerían, pero eso no sucedió.
«No podía creer que los ucranianos tuvieran miedo de los mismos ucranianos, no sabía que era el ejército de Azov, no sabía que era el DNR, ellos me lo tuvieron que explicar»
Contrariamente, el batallón nacionalista Azov tomó los tres pisos de arriba del edificio donde vivía y les amenazaban para que no salieran.
«No podía creer que los ucranianos tuvieran miedo de los mismos ucranianos, no sabía que era el ejército de Azov, no sabía que era el DNR, ellos me lo tuvieron que explicar», relató y detalló que, una vez que el edificio fue tomado, les quitaron todos los servicios: «No teníamos nada. El 1 de marzo quitaron la electricidad los ucranianos; quitaron la electricidad y luego la volvieron a poner a las 10:00 de la noche, y el 2 de marzo la quitaron y se fue para no volver».
Gómez cuenta que hubo un momento en el que fue muy peligroso salir a la calle. «Dejé de ir al edificio donde yo cocinaba y mis vecinos fueron a mi casa a verme porque pensaron que me había pasado algo», dijo.
«Nos dejaron sin comunicación; en una guerra, si supuestamente te preocupas por tu gente, ¿cómo la dejas incomunicada?»
«Estuve esperando que Ucrania me ayudara y me quede esperando hasta que se quemó el edificio, nos dejaron sin comunicación; en una guerra, si supuestamente te preocupas por tu gente, ¿cómo la dejas incomunicada?», reprochó.
En medio de la tensa situación, la joven cubana se dio cuenta de que el Ejército ruso era el que ayudaba a la población, mientras observaba que los ucranianos habían destruido la que fue su ciudad.
«Al final abrimos la puerta, porque se estaba incendiado la parte por donde teníamos que salir y nos dimos cuenta de que los soldados rusos no nos iban a disparar«, mencionó.
Los rusos les indicaron dónde podían estar seguros, así que corrieron a un sótano y ahí se refugiaron. Días después fueron evacuados de la zona y llevados a Rusia.
Una vez a salvo, su primera llamada fue con su madre, quien estaba desespera por no saber nada de ella. «Estaba histérica, no me lo dijo, pero luego cuando hablé con mi familia, me decían ‘tu mamá no quería comer, le costaba dormir’. Bastante difícil para cualquier madre que tenga un hijo en peligro».
Ahora, la pareja desea permanecer en Rusia. «En Rusia me siento como en casa. A menudo me preguntan: ¿por qué no quieres vivir en España o en cualquier otro lugar? No me siento como en casa allí», dijo Ivanovich.