La Amazonia se acerca a un punto de no retorno para convertirse en una sabana

La Amazonia se acerca a un punto de no retorno para convertirse en una sabana

Londres, 7 mar (EFE).- El cambio climático y la deforestación están empujando a la selva de tropical de la Amazonia hacia un punto de no retorno, un camino que puede convertirla en una sabana, alerta un estudio científico publicado este lunes en la revista «Nature Climate Change».

A partir de datos observacionales recolectados entre 1991 y 2016, los investigadores concluyen que cerca de tres cuartas partes de la masa forestal de la Amazonia, que juega un papel crucial en la regulación del clima del planeta, han perdido capacidad de regeneración frente a las alteraciones del ecosistema.

Un análisis de imágenes por satélite en alta resolución sugiere que las zonas más cercanas a la actividad humana, como espacios urbanos o de cultivo, así como las áreas que reciben menos lluvia de la selva, tienden a perder más rápido su resistencia a los cambios.

La investigación se enmarca en el proyecto climático europeo TiPES, dedicado a identificar «puntos de inflexión en el sistema terrestre».

FRENO A LA REGENERACIÓN

«Nos hemos centrado en la Amazonia porque creemos que es una de las partes del sistema climático que pueden alcanzar un punto de no retorno», afirmó en una rueda de prensa virtual Tim Lenton, investigador de la Universidad de Exeter (Reino Unido).

«Con esto queremos decir que se puede llegar a un estado alternativo para la vegetación y la superficie de la tierra en esta parte de Suramérica. Podría transformarse quizás en algo más parecido a una sabana», agregó el científico.

Las primeras etapas en esa clase de alteraciones consisten en que las selvas pierden su capacidad para recuperarse de eventos regulares como periodos anuales de sequía, indican los investigadores, que perciben precisamente esos síntomas de alarma en la evolución del bosque amazónico.

«El sistema está perdiendo estabilidad. Podemos apreciar esas señales sin necesidad de que se registren grandes cambios en la biomasa o en la cobertura forestal», esgrime Lenton.

Aunque durante el periodo estudiado existe una pérdida de vegetación, en parte debida a la deforestación, para el investigador lo más preocupante es el declive en la capacidad del bosque para regenerarse.

METAMORFOSIS EN POCAS DÉCADAS

Una vez la Amazonia llegara a alcanzar un punto crítico de no retorno, los autores del estudio publicado en «Nature Climate Change» consideran que la conversión en una sabana podría producirse en «unas décadas».

La resistencia aparente de los bosques tropicales de la cuenca del Amazonas se incrementó entre 1991 y 2000, pero ha decrecido desde entonces, según los datos publicados.

Los científicos describen ese proceso como una interacción entre periodos de sequía cada vez mayores, falta de renovación vegetal y un incremento de grandes incendios forestales, factores que menguarían la masa verde de la zona cada vez con mayor celeridad.

El volumen medio de lluvias en la Amazonia no ha variado de manera aguda en los últimos años, a pesar del cambio climático, pero las estaciones secas son ahora más largas y severas, lo que aumenta la presión en los ecosistemas.

Los científicos subrayan que todavía existe incertidumbre sobre el tiempo que se tardaría en alcanzar el punto de inflexión que puede desencadenar la pérdida definitiva de masa forestal y recalcan que ese fenómeno se verá antes en las zonas situadas cerca de la actividad humana.

REVERTIR EL PROCESO

La constatación del peligro que corre la selva suramericana lleva a los autores del trabajo a defender la necesidad de tomar medidas para «revertir la deforestación y la degradación» de la selva tropical.

Existe una «ventana de oportunidad» para lograrlo, argumenta Niklas Boers, de la Universidad Técnica de Múnich, pero es «extremadamente estrecha» respecto a otros hábitats terrestres en riesgo.

«De entre los elementos del sistema climático cerca de un punto de inflexión, la Amazonia es sin duda uno de los más rápidos (en degradarse)», agrega el investigador.

«Su muerte se producirá a mayor velocidad que el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia. Mucho, mucho más rápido», recalca Boers.

Guillermo Ximenis