La Pascua es la celebración central del cristianismo, en la que se conmemora la resurrección de Jesús y se renueva la promesa de vida eterna. A través de los relatos evangélicos, los rituales litúrgicos y las tradiciones familiares, esta festividad conecta elementos históricos, teológicos y culturales que reflejan su vínculo con el judaísmo y su vigencia en la vida de millones de creyentes en todo el mundo.
La Pascua cristiana, que celebra la Resurrección de Jesucristo, es la festividad central del cristianismo. La iglesia, a través de siglos de tradición, perpetuó en la memoria de ese acontecimiento trascendental que ocurrió hace más de dos mil años, cuando Cristo, tras su muerte en la cruz y según la fe de los cristianos resucitó de entre los muertos, derrotando así el pecado y la muerte, y abriendo la puerta a una nueva vida para la humanidad.
Este día, conocido como Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua, es el ápice de la Semana Santa, que conmemora los últimos días de la vida de Jesús en la Tierra y se presenta no solo como un acontecimiento histórico de la Iglesia, sino como una experiencia de transformación espiritual y de esperanza renovada para todos los cristianos del mundo.
El relato de la Resurrección de Cristo se encuentra en los cuatro Evangelios, con algunas diferencias en los detalles, pero con una unidad indiscutible en el mensaje central: Cristo venció la muerte, y la vida ha triunfado. En el Evangelio de Mateo, se nos describe que, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron al sepulcro de Jesús. Al llegar, hubo un gran terremoto, y un ángel del Señor descendió del cielo, removió la piedra que sellaba la entrada del sepulcro y se sentó sobre ella.
El ángel les dijo a las mujeres: “No teman, sé que buscan a Jesús el crucificado. No está aquí; ha resucitado, como dijo” (Mateo 28:5-6). El Evangelio de Marcos, por su parte, relata cómo las mujeres, encabezadas por María Magdalena, se dirigieron al sepulcro con la intención de ungir el cuerpo de Jesús con aceites y esencias, pero al llegar se encontraron con la piedra removida y un joven sentado en el lugar de la sepultura, quien les dijo: “No tengan miedo, ¿buscan a Jesús de Nazaret, el crucificado? Ha resucitado, no está aquí” (Marcos 16:6).
El Evangelio de Lucas también presenta la escena del sepulcro vacío, pero añade una dimensión adicional: cuando las mujeres llegaron al sepulcro, encontraron dos hombres con vestiduras resplandecientes que les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6).