La inflación según Paul Krugman

La inflación según Paul Krugman. Fuente externa.

Por: Rafael Núñez

Esta crisis pandémica no solo acarrea secuelas de síntomas en el organismo de aquellas personas a las que  ataca, sino que como los tornados destructores de ciudades enteras en Estados Unidos que las dejan hecha escombros, el Covid-19 tomó la economía mundial por el cuello, la llevó al tatami provocando con su derribo una inflación en el cuerpo económico global que preocupa a los especialistas más connotados de las élites de asesores.

Paul Krugman es uno de ellos que la semana pasada, para ser más preciso el pasado 20 de diciembre, escribió “El año de la infamia de la inflación” , en el periódico The New York Times del que es columnista, donde con la sapiencia que le hizo ganar el Premio Nobel de Economía en 2008 hace certeras elucubraciones sobre el origen de la inflación, que hasta para los neófitos sobre el tema como quien suscribe resulta interesante analizar y compartir con los amables lectores.

Lo ideal en este preámbulo sería recorrer el extenso currículum de Paul Krugman, pero voy a dejar esa tarea a ustedes, pues solo me basta decir que es experto en política macroeconómica internacional, asesor del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), además miembro del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, sin importar qué partido gobierne en Estados Unidos.

Para Krugman, la actual es la mayor inflación en los últimos 40 años, opinión que comparten otros colegas suyos de gran prestigio como él.

En el análisis de la actual coyuntura acerca del fenómeno inflacionario, Krugman hace referencia al debate generado entre los especialistas, relativo a si la inflación actual es transitoria o persistente. Admite que desde que en octubre se comenzó a notar la inflación se inscribió en el grupo que le parecía transitoria. En su enjundiosa reflexión, Krugman lo explica:

“El actual brote de inflación se produjo de manera repentina. A principios de este año, la inflación seguía siendo baja; en marzo, los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (el FOMC, por su sigla en inglés), que fija la política monetaria, preveían que su medida de precios preferida (que suele estar un poco por debajo del Índice de Precios al Consumidor) aumentara solo un 2,4 por ciento este año. Incluso una vez que las cifras de la inflación se dispararon, muchos economistas-incluido quien suscribe-argumentaron que era probable que el aumento fuera transitorio. Pero, en el mejor escenario, ahora está claro que la inflación transitoria durará más de lo que la mayoría de los miembros de ese grupo esperábamos”.

No por otras razones, el presidente Joe Biden movilizó a toda sus tropas del área económica para intentar frenar la inflación. La propia Reserva Federal de Estados Unidos ha tratado de endurecer la política monetaria reduciendo las compras de bonos y subiendo las tasas de interés, como ha hecho con acierto nuestro Banco Central de la República Dominicana (BCRD) en este último aspecto.

Paul Krugman aduce que para seguir entendiendo el panorama actual, hay que hacerse las siguientes preguntas: ¿refleja un fracaso de la política económica o solo los problemas iniciales de una economía que se recupera de la caída pandémica? ¿Cuánto  tiempo podemos esperar que se mantenga la inflación? ¿Qué deberíamos hacer al respecto, de haber algo?

Recomienda que como la inflación se remitirá al próximo año, no se debe tomar ninguna medida drástica, aunque reconoce que algunos economistas razonables no están de acuerdo, y lo peor es que podrían tener razón.

La teoría clásica del fenómeno inflacionario se reduce a que es causada por demasiado dinero en busca de muy pocos bienes, según refiere el académico de las más prestigiosas universidades norteamericanas. Pero advierte también que la inflación se origina “por expectativas que se perpetúan a sí mismas; otras veces es el producto temporal de las fluctuaciones en los precios de las materias primas”.

Cuando apela al histórico comportamiento de la inflación desde la Segunda Guerra Mundial, Krugman coincide con la visión del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, del que es parte, que asegura que la inflación actual se asemeja más al pico de 1946-1948, un clásico de inflación por “atracción de la demanda, es decir fue realmente una caso de demasiado dinero en busca de muy pocos bienes. Lo que se explica en este siglo XXl luego de un año de encierro e inactividad a una apertura casi total de la gente buscando salir y comprar. “El siguiente repunte de la inflación-agrega Krugman- durante la guerra de Corea duró unos dos años. Pero cuando el gasto volvió a niveles más sostenibles, la inflación disminuyó con rapidez. Eso no sucedió con la inflación de los años sesenta”, sostuvo Krugman.

Para el académico, cuando se establece un paragón entre el fenómeno inflacionario postguerras de Vietnam y Corea, la primera comenzó con un tirón de la demanda, pues Lyndon B Johnson incrementó el gasto federal en el marco de la guerra de Vietnam, “pero al principio no estaba dispuesto a frenar el gasto privado con un aumento a los impuestos. Al mismo tiempo, la Reserva Federal mantuvo bajas las tasas de interés, lo cual hizo que cosas como la construcción de viviendas se mantuviera en alza”.

Establece diferencias en el manejo de las dos situaciones postguerra (Vietnam y Corea) puesto que en 1969 se frenó el gasto global mediante el incremento de las tasas de interés, que a su vez condujo a una recesión y un aumento del desempleo, “pero a diferencia de la década de 1950, la inflación se mantuvo alta de manera persistente durante mucho tiempo”.

Concluye Krugman, entre otras apreciaciones, que el equipo en el que se ubica (transitorio) entiende que “estamos ante un bache temporal, aunque más duradero de lo que se esperaba en un principio, aunque otros advierten que nos enfrentaremos a algo equiparable a la estanflación de los sesenta.

Tras señalar la crisis en la cadena de suministro como elemento muy perturbador, Krugman dice que éstas no se han roto pero no han podido seguir el ritmo de la alta demanda y que el gasto total de los consumidores no ha crecido tan rápido, asegurando que en una economía aún moldeada por la pandemia la gente ha cambiado su consumo de experiencias a cosas: ha gastado menos en servicios y mucho más en bienes.