Por: Yassel Rosa
La música, como bien la conocemos todos, es un medio de entretenimiento y relajación, una forma de expresar lo que sentimos o pensamos sin necesidad de decir una sola palabra. La música es personal. Pero, según la definición tradicional, es el arte de crear y organizar sonidos y silencios, respetando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psicoanímicos. Es una de las artes más valoradas por la sociedad y es la que más presencia tiene en el desarrollo de nuestra vida diaria.
El origen de la música es incierto; sin embargo, en 2008, un grupo de arqueólogos encontró pruebas que afirman la existencia de la música desde el periodo Paleolítico. Han podido reconstruir una flauta de hueso de 35,000 años de antigüedad, lo que sugiere que la tradición musical estaba bien establecida en las comunidades que colonizaron Europa en esa época. Las cuevas de esta zona, donde se han hallado los únicos instrumentos musicales de más de 30,000 años de antigüedad de todo el mundo, pueden considerarse la cuna de la música.
En el mundo occidental, la música tiene sus raíces en la Grecia antigua, donde aparece como un fenómeno ligado a la necesidad del hombre de comunicar sentimientos y vivencias. La música coral era el elemento básico en la educación de los jóvenes espartanos y era un elemento fundamental dentro de las tragedias griegas. Era una época en la que predominaban los elementos rítmicos sobre los melódicos y la voz humana tenía una clara primacía sobre los instrumentos. Éstos eran pocos y no demasiado variados; sin embargo, ya se conocían instrumentos de viento, como la flauta de Pan, y de cuerda, como las cítaras o arpas.
El famoso filósofo Platón solía afirmar que “de la misma forma en que la gimnástica sirve para fortalecer el cuerpo, la música es el vehículo para enriquecer el ánimo”.
Sin embargo, no fue hasta la difusión del catolicismo que la música cobró auge. Con el objetivo de alabar a Dios, se creó la música sagrada, los cantos gregorianos y, más tarde, la notación musical, es decir, el alfabeto musical que brindó la posibilidad de escribir música utilizando los símbolos adecuados que permitían a los músicos seguir el ritmo y la entonación.
De hecho, el origen de la música escrita (utilizando los primeros símbolos) reside alrededor del siglo VI de la era cristiana. Sin embargo, estos símbolos eran muy limitados y no permitían cubrir adecuadamente todas las extensiones musicales y la complejidad armónica. Por eso, en el periodo comprendido entre c. 992 y 1050, Guido d’Arezzo (quien fue un monje benedictino y teórico musical italiano que constituye una de las figuras centrales de la música de la Edad Media) creó el primer sistema de escritura musical definido “diastemático”, que consistía en transcribir símbolos que representaban una escritura. Así, por primera vez en la historia, se pudieron indicar todas las alturas de las notas musicales.
Guido llamó a ese sistema ‘tetragrama’, ya que las notas musicales se desarrollaban en una red de cuatro líneas paralelas. Este sistema fue el precursor del moderno pentagrama y de las notas musicales que utilizamos hoy en día.
A comienzos del año 1900, el consumo musical no estaba al alcance de todos; se escuchaba en directo y casi no había medios para escucharla en casa. En esta época, la música popular consistía en óperas y sinfonías en las grandes ciudades del mundo y la primera aproximación al jazz surgía en Estados Unidos. Así mismo, se incorporaron las danzas norteamericanas, marcando un giro en el estilo; algunas de estas fueron el Vals Boston, el One Step, el Shimmy y el Tango, llegado desde Argentina.
La década de los 20 estuvo marcada por la llegada del cine sonoro, la aparición del primer instrumento eléctrico de la historia, el Theremin, creado por el físico ruso Lev Sergeyevich Termen, y la retransmisión en directo por ondas de radio de una canción de Enrico Caruso, quien fue el cantante con más popularidad entre 1900 y 1920.
La famosa obra musical “Bolero”, creada por el compositor francés Maurice Ravel en 1928, es frecuentemente vinculada al impresionismo. Muestra, además, un audaz estilo neoclásico y, a veces, rasgos del expresionismo, y es el fruto de una compleja herencia y de hallazgos musicales que revolucionaron la música para piano y para orquesta. La pieza es la composición musical más famosa de Ravel. Asimismo, el estadounidense George Gershwin logró hacer un estilo diferente con la unión perfecta entre la música clásica y el jazz, surgiendo de ella su famosa obra “Rhapsody in Blue”. Gracias a la evolución del jazz, se añadieron instrumentos a sus formaciones, haciendo que los ritmos de Nueva Orleans y Chicago se escucharan en todo el mundo.
Durante el periodo de 1930, la música experimentó un gran cambio de fondo, con su difusión en los nuevos medios de comunicación de masas, lo que salió de los teatros y salones de la burguesía y, por primera vez, llegó directamente a los hogares de las clases medias y populares. La radio, a partir de la gran difusión de los aparatos receptores en Estados Unidos y Europa, fue el nuevo gran medio de difusión de la música, grabada y también en directo, ya que abundaban los conciertos en las emisoras de radio; e incluso muchas de ellas tenían una orquesta propia.
El disco (primero los primitivos de pizarra de 78 rpm, y luego los más manejables y perfeccionados de vinilo de 45 y 33 rpm, inventados en 1931) y el gramófono fueron el segundo nuevo medio de difusión de la música, aunque poco difundido entre los hogares en estos años, sí fue utilizado por las radios y los locales públicos.
En Europa, en los primeros años de la década de los 30 hubo una continuidad con la década anterior, con las últimas producciones de la ópera política berlinesa de Kurt Weill (Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny, 1930, con la canción “Alabama Song”, que en los años 60 fue versionada por el grupo de rock The Doors) y de Hans Eisler (Die Massnahme, 1930). En cuanto a los músicos estadounidenses, la tendencia socialista/comunista predominante en aquellos años en buena parte de la intelectualidad americana, la gran demanda de música de las emisoras de radio y el apoyo económico de los programas del Federal Project of Music, dieron lugar a una tendencia que el crítico musical Alex Ross llama “música del New Deal”, que, sin dejar de lado los progresos de la música europea, intentaba llegar al gran público con un estilo autóctono que recibía influencias a la vez del neoclasicismo “socialista” de Shostakovitch y los acercamientos al jazz de Gershwin.
El año 1940 marcó el inicio de una década históricamente difícil. En Europa, el panorama no era alentador; la guerra civil recién había terminado en España y la Segunda Guerra Mundial estaba en desarrollo. En medio de una disputa donde el racismo y la crueldad tomaron el poder en el mundo, la música sirvió de rebelión; era una forma de expresarse contra un sistema capitalista poco funcional.
Surgieron diferentes géneros musicales; entre los más representativos se encontraban el jazz, el swing y el blues. En Estados Unidos, estos se destacaron por sus ritmos innovadores y letras que llegaron al corazón de los amantes de la música; en América Latina, sobresalen los ritmos distintivos de cada país, como la samba en Brasil, las rancheras en México, la cumbia en Colombia y demás géneros que hacían parte de la gran variedad musical de los años 40; estos ya eran populares en la década de los 30, pero volvieron con más fuerza para superar en número de ventas y éxitos a sus antecesores.
Mientras en Estados Unidos el jazz era la música más popular, en México crecía el éxito y la fama internacional de Jorge Negrete, Pedro Infante y Consuelo Velázquez, exponentes ídolos recordados por sus grandes prestigiosas y magnas letras que representaban el sabor y color de la cultura mexicana y latinoamericana.
Los años 50 y 60 marcaron un hito en la historia de la música. Los avances tecnológicos y los cambios en la sociedad hicieron posible uno de los mayores acontecimientos que dejaría una importante huella en el panorama musical actual: el nacimiento del rock and roll.
El auge de las compañías de discos y la rápida expansión de los reproductores particulares permitieron escuchar cómodamente las canciones que más le gustaban a cada uno. Así también, la aparición de la televisión popularizó mucho más a los artistas del momento.
El nacimiento exacto del rock and roll, para unos, fue la canción “Rock Around the Clock” de Bill Haley and His Comets (abril de 1954) y, para otros, “That’s All Right” de Elvis Presley. La expresión rock and roll (también rock ‘n’ roll o rock & roll) ya se utilizaba a finales de los años 30 en algunas letras del rhythm and blues, pero fue el locutor estadounidense Alan Freed quien, en 1952, comenzó a utilizarla para describir este nuevo estilo musical que se popularizaba rápidamente entre la juventud de Estados Unidos.
En el contexto de los años 60, es inevitable hablar de bandas icónicas como The Beatles y The Rolling Stones, quienes marcaron un antes y un después en la historia del rock. La llegada de la música británica a Estados Unidos no solo revolucionó la escena musical, sino que también influyó en la cultura juvenil de la época. La música se convirtió en una forma de rebeldía y protesta social, y canciones como “Imagine” de John Lennon reflejaron la búsqueda de paz y amor en un mundo agitado.
Sin embargo, no podemos olvidar a Freddie Mercury, un ícono del rock, cuyo talento y carisma llevaron a Queen a la cima de la industria musical. Su voz única y su habilidad para conectar con el público lo convirtieron en una leyenda, y su legado perdura hasta hoy.
Los años 70 continuaron con la explosión de géneros musicales, desde el punk hasta el disco. Bandas como los Sex Pistols y Bee Gees marcaron la pauta en sus respectivos estilos, mientras que la música funk y el soul ganaron popularidad con artistas como James Brown y Stevie Wonder. La diversidad musical era palpable, y cada género aportaba su propia voz y mensaje.
Los años 80 trajeron consigo el auge del pop y la llegada de MTV, lo que transformó la industria musical de manera radical. Artistas como Madonna y Michael Jackson no solo destacaron por su música, sino también por sus impactantes videoclips, que se convirtieron en una parte integral de su éxito. La música se volvió visual, y la imagen del artista adquirió una relevancia sin precedentes.
Con el avance de la tecnología y la digitalización en la década de los 90, la música comenzó a diversificarse aún más. Nuevos géneros como el grunge, el rap y el pop se apoderaron de las listas de éxitos, y artistas como Nirvana, Tupac Shakur y Britney Spears se convirtieron en íconos de la cultura pop.
A partir del año 2000, la música experimentó cambios drásticos con la llegada de Internet. La industria musical se vio obligada a adaptarse a un nuevo panorama en el que las descargas digitales y el streaming comenzaron a dominar.
Para cada generacion hay un artista que lo trastoca todo, ese Bob Dylan, Michael Jackson o Freddy Mercury. Un idolo, a quien seguir. Sin embargo, ya la industria, las reglas, los estilos y los tiempos han cambiado. A partir de la decada del 2010 si hubiera que decidir un artista, una cancion o un album, seria practicamente imposible.
La década empezó con un jovencito y dulce Justin Bieber cantando Baby sin saber que lo convertiria en el adolescente mas famoso del siglo XXI, generando tantos fans como haters. El fenómeno Justin Bieber es innegable. Ha logrado consolidarse dentro de la industria musical y es una de las celebridades más populares en los últimos tiempos, con uno de los fandoms más grandes: los ‘Beliebers’.
La evolución de la música desde 2010 hasta la actualidad ha sido un fenómeno multifacético, marcado por la diversificación de géneros, el auge de plataformas digitales y la globalización de sonidos. Este periodo ha visto cómo el pop, rock, rap, trap y la música latina han coexistido y se han influenciado mutuamente, creando un paisaje sonoro vibrante y dinámico.
La música urbana, el reguetón y el trap comenzaron a destacar, con figuras como Bad Bunny y Karol G liderando el camino. TikTok también se convirtió en un impulsor clave para el descubrimiento de nuevos talentos, permitiendo que canciones se volvieran virales en cuestión de días.
Hoy en día, la música es más accesible que nunca. Los artistas pueden lanzar su música de manera independiente y llegar a millones de oyentes a través de plataformas como Spotify y TikTok. La colaboración entre géneros se ha vuelto habitual, y las líneas que solían dividir a los estilos musicales se están desdibujando.
Así, la historia de la música es un reflejo de la historia de la humanidad, un viaje a través de los tiempos que nos invita a sentir, a soñar y a unirnos en la diversidad.