Contra el deseo de los que anhelan que la democracia vuelva a Venezuela, Nicolás Maduro continuará como dice el merengue de José Peña Suazo: “subi’o en el palo”.
Esa es la cruda realidad. El delfín de Hugo Chávez se juramentará este 10 de enero otra vez en la presidencia de Venezuela, que ocupa de manera espuria desde 2013; no obstante la oposición haber ganado las elecciones del 28 de julio de 2024.
No hay forma de bajarlo en términos pacíficos, y no se dude que en un tiempo más corto que largo Edmundo González Urrutia corra la misma suerte que Juan Guaidó, y la parte del mundo que hoy le reconoce como presidente de Venezuela termine olvidándolo.
Es una perspectiva muy triste, pero mientras controle ejército y aparato represivo del Estado, el régimen de facto de Maduro no terminará. Venezuela seguirá bajo tensión y su población emigrando masivamente.
