En la búsqueda constante por prolongar la vida con calidad, la ciencia puso el foco en una sustancia conocida desde hace décadas, pero cuyo alcance parece aún no haberse agotado, el omega-3. Lejos de limitarse a beneficios cardiovasculares, este ácido graso aparece ahora como protagonista en la regulación epigenética del envejecimiento, en el marco de un enfoque nutricional emergente conocido como “la dieta de la célula”.
El doctor Alfonso Galán, médico especialista en antienvejecimiento de la clínica Neolife, sostuvo en diálogo con ¡Hola! que “un gramo diario de omega-3 puede ralentizar el envejecimiento”, declaración respaldada por una investigación publicada en Nature Aging sobre más de 700 adultos mayores. En combinación con ejercicio físico, el efecto positivo sobre la edad biológica fue aún más profundo.
La dieta de la célula: más allá del colesterol y las calorías
El enfoque de esta nueva estrategia nutricional no apunta a adelgazar ni a reducir el colesterol. Se centra, en cambio, en proteger las membranas celulares, regular la inflamación y frenar el deterioro biológico. Esto implica intervenir sobre la edad real del cuerpo, al margen de la fecha de nacimiento.
Uno de los mecanismos clave que regula este proceso es la metilación del ADN. “La edad biológica se mide por el reloj epigenético, que tiene que ver con dicho proceso que regula qué genes se van a expresar y cuáles no”, explicó el Dr. Galán.
A medida que se envejece, este mecanismo pierde eficacia y disminuye el control sobre la expresión genética, lo que incrementa la probabilidad de enfermedades crónicas y pérdida de vitalidad.
Es en este punto donde el omega-3 cobra relevancia, su ingesta sostenida puede ayudar a preservar la metilación adecuada del ADN, contribuyendo a mantener activas las funciones celulares protectoras.
Resultados del estudio DO-HEALTH: menos cáncer y menor fragilidad
El estudio citado en Nature Aging, realizado sobre una cohorte de personas mayores de 70 años durante tres años, observó que quienes tomaron un gramo diario de omega-3 redujeron su envejecimiento biológico en tres meses.
Además, la combinación de esta suplementación con 30 minutos de ejercicio tres veces por semana produjo un efecto significativo: el riesgo de cáncer se redujo en un 61 % y la fragilidad en adultos mayores cayó un 39 %.
Estas cifras abren nuevas perspectivas en la prevención de enfermedades asociadas al envejecimiento, combinando nutrición y movimiento como ejes inseparables.
El desbalance con el omega-6: una epidemia invisible
A pesar de sus beneficios, el consumo de omega-3 está lejos de ser equilibrado en la mayoría de las dietas actuales. Galán advirtió que “la proporción ideal entre omega-6 y omega-3 sería 1:1, pero en la actualidad la mayoría de las personas tienen un cociente de 20:1 o incluso 50:1”.
Este desequilibrio, generado por la abundancia de aceites vegetales procesados (como girasol, maíz o soja), promueve un estado inflamatorio crónico.
Mientras el omega-3 actúa como antiinflamatorio, el exceso de omega-6 potencia procesos degenerativos. Corregir esta proporción es una de las claves de la dieta celular para frenar el envejecimiento desde sus bases bioquímicas.
¿Se puede alcanzar la dosis diaria solo con la dieta?
El omega-3 está presente en alimentos como las sardinas, la caballa, el salmón, las semillas de lino o chía y ciertos vegetales de hoja verde. Sin embargo, alcanzar un gramo diario exclusivamente a través de la alimentación convencional no es tarea sencilla.
“Muchos pescados contienen metales pesados como mercurio o plomo, sobre todo los de gran tamaño”, alertó el equipo de Neolife. Esta realidad complica el consumo frecuente de pescado, reforzando la necesidad de recurrir a suplementos de alta calidad.
La recomendación general de Neolife es consumir entre 1.000 y 2.000 mg diarios de EPA + DHA, siempre bajo seguimiento profesional. Es esencial que el suplemento no esté oxidado y que tenga buena biodisponibilidad.
Además, Galán advirtió que “una dosis excesiva de omega-3 puede provocar problemas de coagulación, interacción con ciertos medicamentos o molestias digestivas”, aunque no se han observado efectos adversos graves en estudios clínicos.
También remarcó que el omega-3 de origen vegetal, presente en algunas semillas, no cubre por sí solo todas las funciones necesarias. Debe combinarse con fuentes animales o con suplementos específicos de EPA y DHA.
El enfoque celular no se agota en un único nutriente. La dieta incluye también vegetales de hoja verde, frutos secos, algas, aguacates, semillas y alimentos ricos en fibra y antioxidantes. Se busca así apoyar el sistema inmunológico, preservar la integridad de las células y prevenir el estrés oxidativo.
Por el contrario, se reduce el consumo de alimentos ultraprocesados, azúcares añadidos, harinas refinadas y grasas vegetales industriales, todos ellos relacionados con la disfunción metabólica y el envejecimiento acelerado.
Cuando las células están bien, el cuerpo también lo está
Uno de los aspectos más interesantes del artículo es el vínculo que establece entre la salud celular y el bienestar emocional. Un cuerpo en equilibrio a nivel celular favorece una microbiota intestinal estable, un sistema nervioso menos inflamado y mayor energía física. Todo esto contribuye a un mejor estado de ánimo y menor incidencia de ansiedad o depresión.
“Cuando nuestras células funcionan bien, todo nuestro organismo se armoniza. Y eso se nota: dormimos mejor, pensamos más claro, tenemos más ganas de movernos y de vivir”, cierra el artículo.