La tiroides es una pequeña glándula -no pesa más de 30 gramos- con forma de mariposa que se ubica en la base del cuello. Su trabajo es formar las hormonas tiroideas, volcarlas al torrente sanguíneo y entregarlas a todos los tejidos del cuerpo.
“Las hormonas tiroideas ayudan al cuerpo a utilizar energía, mantener la temperatura corporal y a que el cerebro, el corazón, los músculos y otros órganos funcionen normalmente”, explicó la Asociación Americana de Tiroides. Por eso se la llama “centro de control del cuerpo”, por las múltiples funciones que lleva a cabo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que alrededor de 750 millones de personas en el mundo padecen alguna enfermedad tiroidea y, de esta cifra, aproximadamente el 60% desconoce su diagnóstico. Esto se debe a que los síntomas pueden desarrollarse de forma lenta y no ser lo suficientemente notorios como para alertar a la persona hasta que la afección se vuelve más severa.
En Argentina, más de dos millones de personas enfrentan problemas tiroideos, aunque se estima que más de la mitad de este total no han recibido diagnóstico ni tratamiento. Este trastorno, particularmente el hipotiroidismo, afecta a muchas personas, en especial a las mujeres, y se estima que alrededor del 50% de las mayores de 50 años experimentarán alguna alteración en esta función, una condición que ocurre cuando la glándula produce menos hormonas de las necesarias.
“Para entender la crucial tarea que realiza la tiroides, es necesario ir hacia el eje que forman el hipotálamo y la hipófisis o pituitaria, que juntos regulan el sistema endocrino y el sistema nervioso central. La pituitaria, también llamada glándula maestra, monitorea los niveles de un enorme abanico de hormonas en sangre. Entre estos, los de las hormonas triyodotironina (T3) y tiroxina (T4), que fabrica la glándula tiroides y se envían al torrente sanguíneo para alimentar las células del cuerpo”, sostuvo la doctora María Delia Pelletier, (MN 9811), especialista en Bioquímica Endocrinológica del área Sueros en Labmedicina.
La cantidad de hormonas producidas por la glándula tiroides está regulada por la TSH, una sustancia que secreta la hipófisis. Esta hormona ajusta su producción según los niveles de T4 en el cuerpo, de modo que, si estos niveles son bajos, la hipófisis produce más TSH para estimular la tiroides y lograr que se genere la cantidad adecuada de T4 y T3. Es decir, que la TSH actúa como una “llave” que le indica a la tiroides cuánta hormona debe producir. Si hay poca, la “llave” se activa más para que la tiroides haga más.
¿La tiroides necesita yodo para funcionar?
El yodo es un elemento necesario para la producción de hormona tiroidea. El cuerpo no produce yodo, por lo que es un componente esencial de la dieta, explicó la Asociación Americana de Tiroides. “Si usted no tiene suficiente yodo en su cuerpo, no podrá producir suficiente hormona tiroidea”, agregó la entidad.
Este elemento químico esencial para la salud humana se encuentra en el agua de mar, ciertas rocas y sedimentos, y también en los alimentos.
Cuando no se incorpora yodo en la alimentación, la glándula tiroides no puede funcionar correctamente. El hipotiroidismo en recién nacidos, que puede derivar en cretinismo —una condición asociada con retraso físico y mental—, solía ser una realidad frecuente en el norte argentino. Esta situación respondía a la falta de yodo especialmente en regiones de alta montaña como la Puna Argentina, o a una ingesta insuficiente a través de los alimentos. Para enfrentar este problema, en 1964 se promulgó la ley Oñativia, que ordenó la incorporación de yodo a la sal de mesa como medida preventiva.
Sin embargo, hoy en muchas otras partes del mundo no tienen suficiente yodo disponible en su dieta y su deficiencia continúa siendo un importante problema de salud pública globalmente, dijo la Asociación Americana de Tiroides. “Aproximadamente el 40% de la población mundial continúa estando con riesgo de insuficiencia de yodo”, señaló.
Las funciones de la glándula tiroides
Según la Asociación Americana de Tiroides, los problemas de esta glándula afectan todos los aspectos del metabolismo y, por ende, pueden incidir en una variedad de funciones corporales esenciales. Interviene en la vida de todas las personas, pero cualquiera de sus alteraciones impacta más en las mujeres, las cuales se expresan, generalmente, ligadas a su ciclo reproductivo.
“La tiroides, por ejemplo, regula el ciclo menstrual y según la cantidad de hormonas tiroideas, los períodos pueden ser muy escasos, prolongados o irregulares. La enfermedad de la tiroides también puede causar amenorrea (falta de menstruación). Y en algunos casos puede afectar también los ovarios y causar el cese del período menstrual antes de los 40 años (menopausia prematura). Además, afecta también la ovulación y crea dificultades para lograr el embarazo. Por eso, se recomienda que toda mujer con problemas de fertilidad o que esté embarazada requiera un chequeo tiroideo para evaluar si la glándula trabaja de forma apropiada”, agregó la doctora Pelletier.
Los trastornos de la glándula tiroides sin diagnóstico ni tratamiento pueden generar complicaciones durante el embarazo, tanto para la madre como para el bebé. Según datos clínicos, hasta un 8% de las mujeres desarrollan tiroiditis posparto, una inflamación de la glándula que a menudo se confunde con depresión posparto debido a síntomas similares: alteraciones del estado de ánimo, fatiga, insomnio, intolerancia al calor o al frío y taquicardia. Este cuadro es más frecuente en mujeres con diabetes tipo 1.
El riesgo de padecer enfermedades tiroideas también aumenta tras la menopausia, etapa en la que cesan los ciclos menstruales. En ese momento, los síntomas característicos del hipotiroidismo —como el cansancio o los cambios en la temperatura corporal— pueden confundirse con los signos propios del climaterio, lo que puede dificultar su detección.