El papa Francisco fue el primer pontífice perteneciente a la Compañía de Jesús, también conocida como los jesuitas.
Es una de las órdenes religiosas más prominentes de la Iglesia católica, con aproximadamente 15,000 sacerdotes, hermanos y novicios de más de 110 países.
Su alcance se extiende desde prestigiosas universidades en capitales mundiales hasta humildes albergues para migrantes en sofocantes aldeas selváticas, todo en pos de la misión encapsulada en su lema: «ad majorem Dei gloriam» («para la mayor gloria de Dios»).
Como respondiendo a una pregunta implícita sobre quién es un jesuita, el papa Francisco… afirmó que «el jesuita es un servidor de la alegría del Evangelio» en cualquier misión que emprenda, escribió el superior general de la orden, el reverendo Arturo Sosa, en su mensaje a sus compañeros jesuitas tras el fallecimiento de Francisco.
La orden fue fundada en el siglo XVI por el español san Ignacio de Loyola, cuyos «ejercicios espirituales» siguen siendo un clásico de las prácticas contemplativas católicas. Desde sus inicios, enfatizó el alcance misionero e internacional de la orden.
A lo largo de los siglos, los jesuitas se han forjado una reputación en el ámbito académico y educativo, fundando escuelas y universidades en todo el mundo, incluyendo la Universidad de Georgetown en Washington y la Pontificia Universidad Gregoriana, que atiende principalmente a clérigos, monjas y seminaristas en Roma.