Samaná: Codicia del caribe  

“A Samaná le llaman la hermosa carta postal, porque a donde usted va, todo es bueno, bello y bonito por todos lados”, Cristina Pineda, empresaria.

“A Samaná le llaman la hermosa carta postal, porque a donde usted va, todo es bueno, bello y bonito por todos lados”, Cristina Pineda, empresaria.

La histórica, colorida y paradisíaca provincia de Samaná es conocida por su exuberante sortilegio natural, vasta cultura, calidad humana y por ser uno de los destinos más hermosos y visitados de la República Dominicana.

Sus brillantes playas de largos litorales, islotes espectaculares, saltos de agua, cavernas con petroglifos tainos, ondulantes valles y montañas, así como el espectáculo natural del avistamiento de las Ballenas Jorobadas, hacen de Samaná, ese mágico lugar que seduce y conquista con su belleza.  

“Todos los que hacemos turismo en Samaná sabemos que las ballenas son nuestro tesoro y debemos cuidarla. En ningún lugar del mundo tu puedes ver ballenas a diez minutos de salir de tierra, con embarcaciones reguladas dándote la seguridad de que podrás observar las ballenas como en ningún lugar del mundo”, indicó Augusto González empresario turístico.

Ballenas Jorobadas, Samaná

Para González, presidente de Moto Marina, tour que opera desde el puerto de Samaná desde la década de los ochenta, comenta para Reseñas, que la temporada de las Ballenas Jorobadas es la más importante y esperada que tiene la provincia.

La describe como una experiencia preciosa, donde la República Dominica es de los pocos países en el mundo como referente para poder observarlas de una forma cómoda, divertida y segura.

Samaná es una de las 32 provincias del país y su historia comenzó como un dominio Taíno siglos antes de la llegada del almirante Cristóbal Colón, que, según los historiadores fue precisamente en su pequeña península donde se comenzaron a escribir las primeras líneas del descubrimiento del Nuevo Mundo.

El historiador Augusto Penzo cuenta que el 13 de enero de 1493, se dio el primer contacto entre indios y españoles, siendo el indígena Ciguayo Xamaná, quien habría lanzado la primera flecha para defender a su pueblo. De este importante y aguerrido nativo es que nace el nombre de la provincia Samaná y se denominó el Golfo de las Flechas al lugar donde ocurrió esta primera invasión.

La obsesión de Napoleón y Balaguer

La península de Samaná, con una excelente ubicación geográfica, recursos naturales y una bahía que incluye pequeños cayos de manglares, praderas de pasto marino y corales, siempre fue codiciada por importantes imperios, incluyendo al del militar, estratega y dictador francés, Napoleón Bonaparte.

Su obsesión por Samaná lo llevó a convertir al productivo pueblo de Santa Bárbara en una majestuosa metrópolis, con plazas, teatros, iglesias, fuentes, hospitales y un palacio con hermosos jardines al estilo francés, colocándole a la capital de la colonia su nombre, llamándole la ciudad de Puerto Napoleón.    

Los doce años

Un siglo después llegó al poder Joaquín Balaguer, un intelectual y estadista, que estuvo inspirado por el proyecto de la ciudad Napoleón y ordenó destruir todas las bellas y atractivas casas al estilo victoriano característica de la ciudad de Samaná, para dar paso a modernas viviendas y edificios de concreto, que según los historiadores fueron poco atractivos para los turistas, pero como todo político, este quería impregnar su sello en la historia al igual que el dictador francés.

El especialista Penzo sustenta que fue notorio que Balaguer quería dejar plasmada su estampilla buscando la forma de engalanar y realzar el valor económico de la provincia al modernizarlo todo. 

“El casco urbano de la provincia lo hizo Balaguer, el hotel de Cayo Levantado, el malecón, el estrechamiento de la bahía y la construcción de los emblemáticos puentes. Estas obras fueron realizadas en los primeros 12 años de su gobierno”,

SOSTUVO PENZO.
Puentes peatonales de Samaná

Estos puentes peatonales que comunica la ciudad Samaná con los cayos Linares y Vigía han servido de escenario para importantes portadas de revistas, videos musicales y sesiones de fotos, convirtiéndose en uno de los patrimonios más importantes de Samaná.

Sus descendientes  

“El padre de mi abuelo fue que vino aquí a Samaná siendo un chamaquito en el 1824, en el segundo viaje facilitado por el presidente Boyer en favor de los libertos esclavos. De la quinta generación de inmigrantes es que con orgullo pertenezco yo”. Afirmó Ricardo Baret Green, descendiente de los negros libertos norteamericanos.    

Samaná siempre ha sido un territorio donde han confluido diversidad de cultura y folklore. Según informaciones del Ayuntamiento provincial, sus inmigrantes han sido grupos con importantes aportes auténticos y exóticos, donde se han mezclado tradiciones y manifestaciones heredadas desde los aborígenes, la colonia y los negros libertos.

Baret Green recuerda como su abuelo y su padre cultivaban el maíz, siendo este parte importante de la tradición heredada a su familia y base de la dieta del día a día. Juntos elaboraban majarete y el pan de maíz, conocido como Johnny Cake o Yaniqueque.

El Johnny Cake, nombre proveniente del inglés que llegó a Samaná en 1825 en los tiempos de la ocupación norteamericana, es la fritura típica de la provincia, cuya variedad es añadirle el coco.

 “Un Johnny Cake sin coco, es un pan cualquiera, aquí todo se hace con coco”,

COMENTA ENTRE RISAS EL SEÑOR BARET.
Ricardo Baret Green, descendiente de los negros libertos norteamericanos

Aparte de sus manifestaciones culturales, Samaná posee espacios que al visitar no se pueden dejar de conocer, no solo por su belleza, sino por su historia. La iglesia San Peter es el vivo ejemplo de una joya arquitectónica al estilo Victoriano y de sus largos 200 años en conservar el legado de fe episcopal metodista africana.

Iglesia San Peter (La Churcha), Samaná

Francisca Carrasco Kery, descendiente de la sexta generación de inmigrantes, explica que en San Peter Church tienen como prioridad, conservar sus tradiciones, que van desde la religión, la forma de alabar a Dios, los bailes, el idioma inglés, hasta la gastronomía, el cultivo de la tierra y la cultura protestante.

La Churcha, como todos le conocen, fue traída en barco desde Inglaterra en 1901 para la comunidad de esclavos libertos que llegaron desde Filadelfia, Pensilvania y New Jersey.

“Desde la Churcha hacemos festejos tan interesantes como lo es la fiesta de cosecha o el “Javis”, donde todos esperamos octubre para traer al altar una gran cantidad de frutos cosechados para su consagración en acción de gracias a Dios. Al final del festival, todos los frutos se venden y los fondos son utilizados en favor de nuestra iglesia”. Sostuvo Carrasco Kery, miembro de la iglesia.

Sus integrantes más antiguos son las familias de apellido, Pool, Wilmore, Pipis, Farington, James, Baret, Green, Shepard, Jhonson, King, Anderson, entre otros.

Mestizaje y sabor

La comida de Samaná es reconocida por su marcada tradición española y africana en los ingredientes de su preparación. Esta región es una de las mayores productoras de coco y lo combina en su gastronomía, tanto en la elaboración de dulces, como en el exquisito plato criollo de pescado con coco acompañado con tostones.

Desde el negocio familiar D’ Vieja Pan, ícono y orgullo de la cultura gastronómica de la provincia, Nelly e Israel Mercedes llevan el legado de su madre Albertina Peña, mejor conocida como Vieja Pan.

Esta tradición culinaria que ha pasado por varias generaciones, fabrica los mejores panes dulces hechos al estilo tradicional afroamericano.

Israel comenta que desde que tiene uso de razón eso es lo que ha visto en su familia. Recuerda a su abuela Benilia y su madre entregadas con dedicación y amor elaborando los deliciosos panes con yuca, coco, batata, yaniqueques, brazo gitano y conconetes, para el deleite de todos sus clientes.   

D’ Vieja Pan

La empresaria Cristina Pineda, define a Samaná como una hermosa carta postal. Reconociendo que, si “República Dominicana se ha ganado premios como mejor destino turístico, es porque nos enseñaron desde niños que el idioma principal del dominicano es la sonrisa”.