Una investigación de la revista alemán Spiegel ha ofrecido «una respuesta fiable» a la pregunta de quién hizo estallar los gasoductos Nord Stream en el mar Báltico en septiembre de 2022.
De acuerdo con el medio, el equipo de sabotaje estaba formado por varios buzos ucranianos, casi todos civiles. No obstante, se indica que toda la operación fue dirigida y planificada por el excomandante de una unidad de las Fuerzas de Operaciones Especiales ucranianas, coronel Román Chervinski.
Según la investigación de la revista, este se ocupó de armar y entrenar al escuadrón de sabotaje y lo puso en acción a bordo del velero Andromeda, que fue fletado para la misión bajo el mando de un soldado comando ucraniano.
Además, la revista, citando a «fuentes internas», señala que el sabotaje ucraniano en el Nord Stream costó casi 300.000 de dólares y fue financiado «de forma privada». También se afirma que su plan fue presentado al entonces comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Valeri Zaluzhny, quien lo autorizó.
Cabe mencionar que, anteriormente, Zaluzhny, actual embajador de Ucrania en el Reino Unido, negó su participación en el sabotaje al Nord Stream, y señaló que no sabe nada de este tipo de operaciones y que todas las indicaciones en sentido contrario son parte de una «mera provocación».
Al mismo tiempo, las mismas fuentes del medio alemán dijeron que el entonces presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, desconocía los planes del ataque al gasoducto, ya que «no fue informado por los saboteadores ni por los militares». En este contexto, la revista Spiegel también informa que EE.UU. supuestamente intentó detener la operación de sabotaje ucraniano, pero no pudo lograrlo.
«Varios hombres y una mujer»
Además, la revista alemana sostiene que la parte ucraniana empezó a considar el sabotaje al Nord Stream años antes de que empezara la operación especial militar rusa en Ucrania, pero una vez que fuera lanzada en 2022, los preparatorios correspondientes se intensificaron.
En ese momento, Chervinski, entonces comandante de una unidad de las Fuerzas de Operaciones Especiales ucranianas, empezó a buscar a buzos que fueran capaces de «operar a profundidades de hasta 100 metros y que estuvieran dispuestos a correr grandes riesgos para la salud», de acuerdo con el medio alemán.