Berlín, 17 mar (EFE).- El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, alertó hoy ante el Bundestag (Parlamento alemán) sobre un nuevo muro «entre libertad y falta de libertad» que recorre Europa y reclamó al canciller Olaf Scholz capacidad de liderazgo para «derribarlo», en lugar de priorizar «la economía».
«Dele a Alemania el liderazgo que merece para que las generaciones futuras puedan estar orgullosas de ustedes. Apoye nuestra libertad, apoye a Ucrania, detenga esta guerra, ayúdenos a detenerla», clamó el líder ucraniano, en una intervención virtual ante el plenario, que lo recibió con una fuerte ovación.
Zelenski invocó el histórico discurso pronunciado en 1987 por el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, cuando pidió desde la Puerta de Brandeburgo al líder soviético, Mijail Gorbachov, que derribara el muro que desde 1961 dividía Berlín.
«Señor Scholz, destruya este muro», enfatizó, para insistir en la parábola entre esa división de entonces y el nuevo muro que, advirtió, está trazando Rusia desde la invasión que se inició el 24 de febrero y que ha costado la vida, dijo, de al menos 108 niños.
«Cada bomba que cae, cada decisión que no se adopta es una piedra con la que se construye ese muro», añadió el líder ucraniano, para recordar que los ataques rusos sobre su país se producen «día y noche, los siete días de la semana» y que no respetan ni hospitales, ni escuelas ni otros objetivos civiles.
Reprochó a continuación Zelenski al plenario la falta de un apoyo más decidido y advirtió de que las sanciones contra el entorno del presidente ruso, Vladímir Putin, «llegan tarde y no son suficientes».
«Es difícil para nosotros sobrevivir a todo esto sin la ayuda del resto del mundo, defender a Ucrania y defender al mundo libre de Europa», dijo, para sostener su país estaba encontrando «más apoyos» desde el otro lado del Atlántico que en su propio continente.
EL GASODUCTO, FACTOR PRIORITARIO
Zelenski no ahorró reproches tampoco a la cúpula política alemana -no solo la actual, sino también la precedente- en lo que respecta al gasoducto Nord Stream, fruto de un acuerdo en 2005 entre el entonces canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, y Putin, su amigo y aliado político.
«Les advertimos de que Nord Stream 2 era un arma. Y su respuesta fue economía, economía, economía», afirmó el presidente ucraniano, en alusión al segundo tramo de ese gasoducto, cuya construcción no detuvo Berlín ni siquiera a raíz de la anexión de Crimea, en 2014, bajo el gobierno de la anterior canciller, Angela Merkel.
La decisión de suspender el proceso de certificación del gasoducto la adoptó Scholz al día siguiente de iniciarse la invasión de Ucrania, por lo que ha quedado paralizado. El Nord Stream 1, en funcionamiento desde 2011, sigue suministrando gas ruso a Alemania, mientras el gobierno actual busca remedios para reducir la dependencia energética de Rusia.
La cuestión ha pesado sobre la gestión de Scholz, quien justamente hoy cumple sus primeros cien días de gobierno al frente de un tripartito entre su Partido Socialdemócrata (SPD), los Verdes y el Partido Liberal (FDP).
El propio canciller defendió hasta la invasión de Ucrania el Nord Stream 2, mientras que su vicecanciller y ministro de Economía y el Clima, el verde Robert Habeck, ha afirmado que romper de inmediato con los suministros energéticos rusos es técnicamente factible, pero a un coste no asumible y atentatorio contra la cohesión social.
Un 50 % del consumo de gas en el país depende de esas importaciones, el mismo porcentaje que para el petróleo, mientras que el relativo al carbón es del 35 %.
Al gobierno de Scholz se la ha acusado de lastrar decisiones más drásticas frente a Moscú a escala de la Unión Europea precisamente por ese factor económico. Berlín considera impracticable prohibir esas importaciones, como sí hace Estados Unidos.
No ha habido bajo el socialdemócrata Scholz un giro de 180 grados respecto a la línea de la conservadora Merkel (2005-2021) en materia energética o respecto a Schröder (1998-2005) -cuyos vínculos con Putin avergüenzan ahora al SPD-.
El único giro radical ha sido en Defensa. Tres después de iniciarse la invasión de Ucrania, el propio Scholz anunció desde el Bundestag un paquete extraordinario de 100.000 millones de euros para modernizar sus Fuerzas Armadas, así como un aumento del gasto en Defensa al 2 % -el objetivo de la OTAN-.
Como sus principales socios de la Alianza Atlántica, Berlín rechaza la zona de exclusión aérea sobre Ucrania que ha reclamado Zelenski. También se niega a una intervención de soldados de la OTAN en territorio de ese país, en línea con las advertencias de Washington contra lo que sería convertir a la alianza en «parte» del conflicto.