El impacto de la contaminación en Latinoamérica y la crisis climática

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Latinoamérica apenas produce el 4,4 % de la contaminación mundial, sin embargo, los efectos del cambio climático en la región han afectado la producción de alimentos y generado desastres naturales de mayor magnitud.

Del 6 al 18 de noviembre se celebra en Egipto la 27.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2022 (COP27), donde se busca adoptar y reforzar las medidas implementadas para combatir el aumento de la temperatura global. 

«Estamos en un camino hacia el infierno climático y tenemos el pie en el acelerador», declaró el lunes el secretario de la ONU, António Guterres, en su discurso de apertura de la COP27.

La organización mundial trata de evitar que la temperatura aumente 1,5 grados centígrados hacia fines de siglo, si bien los últimos siete años han sido los más cálidos registrados en el planeta, de acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMM). 

De acuerdo con la Base de Datos de Emisiones para la Investigación Atmosférica Global (EDGAR, por sus siglas en inglés), en 2021 China y EE.UU. concentraron el 45,5 % de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a nivel mundial, uno de los GEI más dañinos para el medioambiente. 

Frente a estos países, la producción de CO2 de Latinoamérica es considerablemente menor. En conjunto, la región generó 1.675,45 toneladas métricas (Tm) de CO2 durante el año pasado, concentrando apenas el 4,4 % de las emisiones globales, informa EDGAR. 

A detalle, dos países son responsables de más de la mitad de las emisiones de América Latina: Brasil y México, que en 2021 generaron en conjunto 908,2 Tm de CO2, el 54,2 % de las producidas en la región. A ellos les sigue Argentina, Venezuela, Chile, Colombia, Perú y Ecuador. Naciones que, en suma con Brasil y México, producen el 87,2 % de la contaminación regional.  

En los últimos 30 años, la temperatura en Latinoamérica aumentó en promedio 0,2 grados centígrados por década como consecuencia del calentamiento global, detalla el más reciente informe sobre el estado del clima en América Latina y el Caribe de la OMM. 

De acuerdo con el estudio, como consecuencia del ascenso de la temperatura, se ha perdido al menos un 30 % de la superficie glaciar de los Andes desde 1980 y el aumento del nivel del mar en la región reporta las tasas de crecimiento más rápidas a escala mundial. 

Asimismo, con el cambio atmosférico, la región enfrenta sequías de mayor duración e incidencia. El año pasado, Chile, que encabeza la crisis hídrica en Latinoamérica, registró la escasez de agua más prolongada de su historia, mientras que en América del Sur las sequías provocaron en conjunto un descenso del 2,6 % en la cosecha de cereales en 2021. 

Los pequeños países del Caribe también se han visto perjudicados por el aumento paulatino de los huracanes y tormentas tropicales como consecuencia de las alteraciones del clima. De acuerdo con la OMM, la temporada de huracanes en el Atlántico durante 2021 fue la tercera más activa en la zona y la sexta consecutiva con niveles por encima de los normales. 

El aumento de la temperatura ha incidido en la seguridad alimentaria, particularmente en Centroamérica, el Caribe, la región de los Andes y el noreste de Brasil, lo que ha obligado a la población a migrar.

De acuerdo con la OMM, 7,7 millones de personas en Centroamérica experimentaron altos niveles de inseguridad alimentaria en 2021, mientras que en Haití 4,3 millones se encontraban en estado agudo por la falta de alimentos, entre septiembre de 2021 y febrero de 2022. 

«La ciencia es clara, cualquier esperanza de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados significa lograr cero emisiones netas globales para 2050», explicó el secretario General de la ONU este lunes. 

De acuerdo con el centro de estudios británico, Unidad de Inteligencia Energética y Climática, en América Latina, solo Chile ha estipulado por ley su transición hacia emisiones cero para 2050, mientras que Barbados (2030), Antigua y Barbuda (2040), Perú, Ecuador, Panamá, Belice, Costa Rica, Uruguay y San Cristóbal y Nieves lo han planteado en alguna política para 2050, con la excepción de los indicados. 

En Brasil, Argentina y Colombia las autoridades han declarado esa misma meta de manera informal, mientras que en México, República Dominicana, Trinidad y Tobago, Haití, Jamaica, Granada, San Vicente y las Granadinas y las Bahamas el tema está en discusión o no ha sido abordado. 

La protección de la Amazonía, la mayor región de bosque tropical del planeta, ha estado presente en la agenda de Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Guyana y Surinam, países donde se ubica la selva y quienes en 1978 firmaron un tratado de cooperación para resguardarla. El acuerdo, sin embargo, fue relegado y la Amazonía ha perdido 8.712 Km2 de su territorio en los últimos 13 años, informa Greenpeace.  

Ante esta realidad, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, pidió al mundo este lunes en la COP27 su cooperación para regenerar y proteger la Amazonía. Además, anunció que Colombia aportará 200 millones de dólares al año, durante dos décadas, para salvar la selva en su país. 

En la región, la iniciativa de Petro fue bien recibida por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quién congratuló al líder colombiano por sus ideas, así como por el mandatario de Surinam, quien aseguró que va a apoyar «todas las iniciativas que surjan para proteger la selva», detallan medios locales. 

Desde Brasil, bajo el Gobierno de Jair Bolsonaro, se otorgaron permisos para permitir la tala de arboles y la minería en la Amazonía, contribuyendo a la deforestación de la zona. Sin embargo, se espera que con el ascenso en enero de 2023 del presidente electo, Lula da Silva, se renueve el compromiso de defender a la selva, dado que así lo prometió el político desde su campaña electoral.