Elecciones 2024 y el inicio de un nuevo ciclo político en la República Dominicana

La victoria electoral del presidente Luís Abinader en las elecciones del año 2020 marcó el inicio del cierre del ciclo político que se abrió en la República Dominicana con las elecciones de segunda vuelta en el año 1996, pero, al propio tiempo, ha implicado el comienzo de una nueva era en la vida pública dominicana.
Elecciones 2024 y el inicio de un nuevo ciclo político en la República Dominicana

“El liderazgo suscita pasión. Su ejercicio e incluso

 su estudio agita los sentimientos

porque se ven involucrados nuestros valores”.

Ronald A. Heifetz

La victoria electoral del presidente Luís Abinader en las elecciones del año 2020 marcó el inicio del cierre del ciclo político que se abrió en la República Dominicana con las elecciones de segunda vuelta en el año 1996, pero, al propio tiempo, ha implicado el comienzo de una nueva era en la vida pública dominicana.

Después de la muerte de Rafael Leonidas Trujillo en el país caribeño se vivió una traumática transición hacia la democracia, superando el golpe de Estado al ex presidente Juan Bosch en 1963, la segunda intervención de los Estados Unidos en suelo patrio en el siglo XX, en 1965, así como los avatares del régimen de los doce años del también ex presidente Joaquin Balaguer (1966-1978), en el que las opciones de izquierda fueron arrinconadas y disminuidas.

La victoria del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en los años 1978 y 1982 implicaron no solo la apertura y el inicio de la consolidación de la democracia dominicana, sino el comienzo de un segundo ciclo en la política local, caracterizado por el retorno de Balaguer – quien gobernó por otros diez años, a partir de 1986-,  mayores libertades públicas y el creciente fortalecimiento del propio PRD y del Partido de la Liberación Dominicana (PLD); período durante el cual los dilatados liderazgos Balaguer y del profesor Juan Bosch, compitieron por las adherencias mayoritarias con José Francisco Peña Gómez, en medio de los protagonismos coyunturales perredeístas de Salvador Jorge Blanco y Jacobo Majluta.

Esa segunda etapa comenzó a cerrarse con la victoria del PLD en el 1996, explicada por muchos por el apoyo del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), de Balauer, a través del denominado Frente Patriótico, que logró derrotar a un Peña Gómez que, desde 1994, lucía ser el preferido del electorado dominicano.  En menos de una década, Peña Gómez, Bosch, Balaguer, Majluta y Jorge Blanco desaparecieron del escenario político.

La momentánea vuelta al poder del PRD, entre los años 2000 y 2004, marcó el inicio del tercer ciclo político dominicano después de la muerte de Trujillo, caracterizado por el período de dominio político del PLD, que se inició en 2004 y que obtuvo cuatro mandatos presidenciales consecutivos, así como el control del Congreso. Los dos principales dirigentes peledeístas, Leonel Fernández y Danilo Medina, se alternaron en el poder gobernando ocho años en forma consecutiva cada uno de ellos, al tiempo que el PRD se dividía -una vez más-, quedando una minoría de líderes y militantes entre sus filas, mientras el grueso de la militancia blanca se congregaba en el Partido Revolucionario Moderno, del hoy presidente Luís Abinader.

Después del 2024 …

La probable victoria del actual presidente Luis Abinader en las elecciones de mayo del año venidero, a juzgar por lo que registran las principales firmas encuestadoras nacionales e internacionales, implicaría el cierre del tercer ciclo o etapa de la democracia dominicana que se inició con el relevo de Balaguer en el poder en el año 1996.

Líderes como Leonel Fernández, Danilo Medina y muchos otros contemporáneos, si bien pudieran hacer oposición durante el próximo mandato presidencial (2024-2028), verán su influencia política reducirse con el paso de los días por la emergencia de nuevos liderazgos en sus propias organizaciones. Medina no puede volver a aspirar a la presidencia por disposición constitiucional y Fernández acumularía dieciseis años fuera del poder y dos derrotas electores consecutivas.

Pero, además, porque la política en la tercera década del siglo XXI es, y seguirá siendo, completamente diferente a la que realizaron, con innegable éxito electoral, esos dos líderes politicos y que hoy insisten en seguir practicando -quizás porque no la entienden de otra forma-.

En el cierre de este ciclo político y el inicio de otro, la mujer dominicana tiene un rol determinante, pues en el año 2020 constituyó el 52.0% del padrón electoral y proyecta mantenerse esa mayoría para el año 2024. Desde el año 2008 hasta el 2016 ha representado la mayoría de los votos validos emitidos, información estadística que publica el órgano electoral, demostrando con eso que su participación ha sido protagonica y que será coresponsable junto a los jóvenes del cierre de este ciclo.

Cada vez hay una mayor participación de la mujer y la juventud en los estamentos de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Una exitosa empresaria y educadora ejerce la posición de vicepresidenta de la República, mientras decenas de mujeres son legisladoras y gobernadoras provinciales. Hay más mujeres que hombres matriculadas en las universidades dominicanas y un gran porcentajes de mujeres son juezas.

Las perspectivas económicas para los próximos cinco años, apuntan a que los niveles de ingreso promedio de los dominicanos serán los terceros más alto de América Latina, con un crecimiento económico de un 4% anual y una envidiable estabilidad macroeconómica, lo que unido al clima de libertades públicas y a las demandas de mejores condiciones de vida y movilidad social auguran una creciente participación de los habitantes de la República Dominicana en la actividad polìtica.

Pero, del mismo modo, se observa un incremento de las posiciones conservadoras en materia ideológica por parte de crecientes segmentos de la juventud dominicana. Y esto, junto al fortalecimiento de los discursos nacionalistas, podría estar sentado las bases para el surgimiento de corrientes política de derecha. Más bien, del populismo de derecha que ha tomado cuerpo y posiciones importantes de poder en otras latitudes.

El populismo de derecha que aparenta crecer se verá enfrentado a una mayor conciencia en torno a la necesidad de profundizar la participación política y mejorar la calidad de la democracia dominicana, dándole mayor cobertura a los derechos económicos, sociales y culturales en el diseño y en la implementación de las políticas públicas.

Lo que apostamos en la próxima década es a una política más representativa, más de la gente y para la gente.