Por Claudia Fernández Lerebours
Santo Domingo, República Dominicana.- ¿Es el transfuguismo político un fenómeno real y relevante para la República Dominicana?
El cambio de políticos de un partido a otro, muy común en el país en los últimos tiempos, y notoriamente incrementado durante la actual campaña electoral, ha disparado las alarmas de distintos sectores de la vida nacional, que lo califican como un fenómeno dañino y peligroso para la democracia.
Sin embargo, otras visiones del tema le restan trascendencia, y estiman que lo realmente escandaloso o preocupante es el vacío de buenas propuestas electorales, más el hecho de la homogeneidad ideológica y funcional de todos los partidos dominicanos: sus militancias piensan y hacen lo mismo.
Reseñas aborda ambas posturas en detalle: la primera, esbozada por el vicepresidente ejecutivo de la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus), Servio Tulio Castaños Guzmán, y la segunda, por el sociólogo, politólogo y académico Juan Miguel Pérez.
Mediante un comunicado institucional, Castaños Guzmán planteó que el “transfuguismo desbordado” va a generar mayor desencanto e incredulidad sobre las bondades de la democracia como régimen de gobierno.
Añadió que eso inevitablemente se traducirá en una lamentable merma de la participación de los ciudadanos en la vida democrática de la nación.
Indicó que aunque se reconoce el derecho que asiste a cualquier miembro de una organización partidaria de ejercer su voluntad de retirarse de su agrupamiento, la forma como se produce esa ruptura en muchas ocasiones representa una afrenta a los electores que le dieron la oportunidad de ejercitar su derecho como candidato o su representante.
Quienes propician o fomentan el transfuguismo, añadió la Finjus, no toman en cuenta el daño que se genera a los deberes de fidelidad, tolerancia y continuidad que asumen hacia sus seguidores al lanzar una candidatura a un puesto de elección.
“En otras palabras, no se demuestra una pertenencia sólida a los intereses que promueven y como consecuencia directa provocan un incremento de los niveles de desinterés y desconfianza de la ciudadanía, distorsionando la esencia del sistema electoral y los pilares que sustentan el pluralismo político”, sostuvo.
“Debemos reflexionar sobre las posibles alternativas para detener su crecimiento y no descartamos que se deba recurrir incluso al establecimiento de sanciones electorales-administrativas ante las distorsiones que crea”, remarcó la entidad.
“En República Dominicana no hay transfuguismo”
En una visión totalmente opuesta, Juan Miguel Pérez rechaza que el cambio de un partido a otro en la República Dominicana -casi siempre de la oposición al oficialismo- sea transfuguismo.
Así lo explicó por el hecho de que, a su juicio, los partidos políticos dominicanos representan todos un mismo bando en cuanto a ideas y objetivos, por lo que sus miembros en general son “fichas intercambiables”.
“Tránsfuga es aquel que se pasa a un bando opuesto. Nosotros no tenemos en el país partidos políticos que se rijan por ideas, piensan todos de la misma manera; no difieren en nada y son todos pro estatus quo; aquí no se está luchando por un cambio de transformación de este país, aquí tú no ves que se esté hablando de una revolución, sea conservadora o sea de izquierda, aquí no se está hablando de eso”, indicó.
Valoró el transfuguismo “eso que le llaman transfuguismo aquí” como “la prueba más fehaciente de que las organizaciones políticas locales piensan igual y no se diferencian a nivel de modus operandi, independientemente de cuál fuese su origen o estructura.
Acotó que debido a esa homogeneidad resulta fácil “intercambiarse” de un partido a otro.
“Ellos son sencillamente fichas intercambiables de un mismo esquema y de una misma ideología dominante”, puntualizó.
“Lo escandaloso es que todos los partidos sean lo mismo”
Pérez restó importancia al tema pues lo verdaderamente crítico es la carencia de ideas en los partidos políticos, que es lo fomenta el transfuguismo como una práctica común.
“El transfuguismo es tema de la élite, lo dimensionan los propios políticos porque ellos creen que ellos son el país y además cuentan con socios en los medios de comunicación que se hacen eco de esos elementos, pero al pueblo, a la gente de a pie no le interesa ya que es algo irrelevante frente a los problemas del país.
Tránsfugas del pasado: Leonel Fernández, Milo Jiménez.
Refirió que en el pasado sí hubo ejemplos relevantes de tránsfugas: el expresidente Leonel Fernández y el finado exministro de las Fuerzas Armadas Rafael Emilio Jiménez, según citó.
En el primer caso, explicó, porque en 1996 acuñó el conservadurismo neobalaguerista pese a ser seguidor de Juan Bosch y líder del originalmente centroizquierdista Partido de la Liberación Dominicana.
Y en el segundo, porque pasó al Partido Revolucionario Dominicano luego de ser un exgeneral del balaguerato (gobierno de los 12 años de Joaquín Balaguer, 1966-1978).
Preguntado por Reseñas sobre si el dinero sería siempre la motivación principal para cambiar de casa política, dio la siguiente respuesta:
“Nosotros podemos tener la política vinculada al bien común, al interés general. Pero también podemos tener la política vinculada al bien privado, al interés personal. El Estado dominicano sigue siendo el gran distribuidor de riqueza del país. Entonces, por ejemplo, ocupar una diputación garantiza que después de dos periodos tú tienes una multimillonaria pensión de por vida. Tú tienes vínculos para que tus hijos salgan fuera, como nombrados en embajadas, en consulados, entre otros privilegios”.
“Los que están ahí, en una coyuntura como esta, es esencialmente por acercarse al poder y eso se traduce en dinero. Lo que quieren es estar chupando la teta del Estado dominicano y al mismo tiempo, aquellos que le ofrecen”.
Pérez sostuvo que la Junta Central Electoral debería exigir que la campaña sea de ideas pues esa carencia, el ser siempre lo mismo y con los mismos protagonistas, es lo que realmente desmotiva la votación, lo que ha comprobado con sus estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
El transfuguismo político en la ley electoral
La ley electoral dominicana (20-23) consigna al transfuguismo como uno de sus objetos de regulación.
Lo define como “la actitud y comportamiento de quien se convierte en tránsfuga, especialmente en la vida política.
Pero esa competencia se limita a lo que establece su artículo 140: “Las personas que hayan sido nominadas para ser postuladas por un partido, agrupación, movimiento político o alianza a la cual pertenezca el mismo, a un cargo de elección, no podrán ser postuladas por ningún otro partido, agrupación, movimiento político o alianza, en el mismo proceso electoral.
En tanto, la figura de tránsfuga o transfuguismo no está contemplada en la ley de partidos, movimientos y agrupaciones políticas (33-18).